- En un mes me iré de casa – sentencia Gabriela con ese tonito de voz que la caracteriza.
A mamá se le cae el cazo sobre la encimera y se gira bruscamente. Y con los brazos en jarras, coge aire y contesta:
A mamá se le cae el cazo sobre la encimera y se gira bruscamente. Y con los brazos en jarras, coge aire y contesta:
- Leo, ¿tú has escuchado la tontería que acaba de decir tu hija? No te fastidia, un mes dice y ¿por qué no ahora bonita? Mira, llevas una temporadita..., por mí como si te vas hoy. Si es que estás atontá Gabriela, anda que no te lo he dicho veces. Pero qué porras tienes en esa cabeza. A ver si maduras de una puñetera vez y piensas en ponerte a trabajar y dejas ya de pensar que los dibujitos esos te van a dar de comer, aires de artista, no te fastidia la niña. Hombre para pasar el rato ya está bien, son bonitos hija, pero yo a tu edad ya sabía lo que era ganarme un durillo y trabajaba en un colmado. Que se va de casa Leo, ¿y dónde irás tú? Leo!!!!, y tú di algo, no te quedes ahí pasmado nene. Dile algo a la niña. ¿Un mes?
En la mesa de la cocina papá y yo desayunando, creo que hasta le ha cambiado el color de cara, se avecina una de las gordas, jope Gaby vaya tela que hoy tengo partido. Levanto la mirada del tazón donde creo que ya he mareado la leche más de la cuenta. Miro primero a mamá, después a papá, mierda continúa con la mirada fija en el periódico, y miro a Gabriela, me dedica una tierna sonrisa y me guiña un ojo.
- Justo un mes- ¡Quieres dejar de decir gilipolleces delante de tu hermano! Y ¡deja de hablar como si estuvieras cantando que sabes que no lo soporto! – esta vez es papá quien habla. Con voz de perro y la mandíbula prieta, lo hace sin levantar la vista del periódico, fijo que hoy va al partido mi tía la de Murcia.
- Eso, Leo, ya era hora que dijeras algo y te pongas firme. Porque si no la niña se sube a la parra. Mira Gabriela Sánchez Varela, ¿Pero tú que te crees que es vivir sola hija? Será que te ha faltado algo en esta casa. Que vale, seré un poco torpe a veces y no te sabré entender, no te digo yo que no, pero tu plato caliente siempre lo has tenido. Ah, y tu ropa limpia. ¿Verdad Leo? Díselo tú. Narices Leo despierta que la niña también es tuya y no es por nada, pero este pronto es igual que el tuyo, tozuda como una mula, clavadita a ti.
Según habla mamá, veo como papá se va hinchando como un globo de color morado, creo que antes de dirigirle algo a Gaby va a explotar en mil añicos.
Gaby parece segura de sí misma. Parece que lo ha ensayado todo, hasta su tono de voz es tranquilo, hoy la que se va a liar va a ser gorda.
- ¿Dónde vas a ir? – replica mamá. - Se me ocurre por ejemplo – continua Gaby gesticulando con la cara - un lugar donde pueda ser yo misma. Un espacio libre, que no exista la palabra prohibición por quererme dedicar a la pintura. ¿Me seguís?
Gabriela se gira con aire chulesco y se sienta junto a mí y me tapo la boca reprimiendo una carcajada. Sigue en sus trece y encima está graciosa.
- Se me ocurre un lugar donde no me levante por las mañanas para reponer yogures en un súper, sino que pueda hacerlo delante de un gran lienzo ¿Lo entendéis?
Y Gaby, con sorna, dibuja con los brazos un amplio marco en el aire, y me dedica un gesto a modo de “me va el teatro”
Por fin suelto la carcajada, mi hermana me contesta con una risa infantil y los dos nos hacemos la señal de la victoria con la mano derecha. Ahí cae la primera colleja…, en mi cogote y un puñetazo sobre la mesa, de papá, que arrasa con mi desayuno. Todas las miradas caen sobre mí, me he quedado con la cuchara en la mano y mi sonrisa se ha borrado de golpe, creo que voy a llorar, la segunda colleja merodea ya a la altura de mi oreja. Joder Gaby la lías tu y cobro yo, ser el pequeño es la leche.
Mamá se acerca, resoplando.
- Si sales por la puerta - grita papá, con el dedo índice señalando la puerta de la cocina – no vuelves a entrar. ¿Lo has entendido? Tú no te ríes de tu madre o de tu padre nunca más, por mis santos c…
Papá ya ha llegado al tono de, chicos hoy va a haber guerra y mamá retuerce el trapo de cocina, hasta hacerlo un ovillo. Traga saliva un par de veces y carraspea para aclararse la voz.
- Pero hija, no digas más tonterías. Mira lo que has conseguido, cómo se ha puesto tu padre.
¡Qué huevos!, muy típico de mi madre, primero lo enciende y después va de poli bueno, si es que no hay quien la entienda.
Papa y Gaby se han quedado sosteniendo la mirada. Parecen dos luchadores de Sumo a punto de atacar y mientras yo me limpio las lágrimas y los mocos en la pechera del pijama.
Le pido a mi Karma que en mi próxima vida sea yo el primero en nacer…