NOTAS

Cosecha propia. Andando por ahí, recojo una a una sonrisas que voy encontrando en mi paseo. Algunas llevan un abrazo con lazo zapatero al cuello y me envuelven con historias que se cuelan en mi cerebro y me reconfortan. Sonrisas que llegan de cualquier lugar, incluso en pobres brisas marinas, sonrisas cómplices y muy valiosas. Miro mi bolsillo y está lleno de ellas y las noto, qué gran cosecha, será una buena siembra? O será que tengo los mejores amigos del universo????

jueves, 25 de octubre de 2012

EL LIBRO


regalo de alguien que sí estuvo allí....


Mando Diao  - If I don't live today then I might be here tomorrow





Empezaba a anochecer y la sensación de humedad era brutal, qué frío hacía. Típico de una noche otoñal en Londres, gris, con una densa niebla que casi no dejaba ver a los pocos transeúntes que quedaban en las oscuras calles de la ciudad. Solamente se veían centellear algunas luces en las ventanas de Shoreditch, eso y  el sonido de los cierres de los comercios al acabar su jornada laboral.

No se porque razón, Londres es una de esas ciudades que cuando se retira a dormir algunas de sus librerías siguen abiertas, como si los horarios comerciales no fueran con ellas. Mi paseo nocturno tenía un destino definido, buscaba un libro, especial y único, por eso dudaba que realmente pudiera encontrarlo, buscaba, ojeaba, miraba esperando verlo… pero cómo iba yo a encontrar algo que desconocía, ni trama, ni autor, solo sabía que deseaba encontrar mi libro.

Vi una librería y algo extrañada entré, no la recordaba, minúscula y a rebosar de libros, no vi a nadie, claro todo el mundo estaba recogido en sus casas, al fondo tras una pequeña mesa roñosa había una mujer de pelo cano que levantó la cabeza y me hizo un gesto a modo de saludo, yo incliné la cabeza. Husmeé las estanterías, las montañas de libros sin orden, ajados y llenos de polvo, recordé “Los libros luciérnaga” y me sonreí. ¿Se puede saber qué buscas Ana? – me pregunté – Y yo que sé…

Noté una presencia en el cogote y dí un respingo, ahí estaba la mujer que me preguntó :

- ¿Qué libro busca?

- Pues sinceramente, no lo sé – le respondí

- Quizás no sepas explicármelo pero tienes clarísimo qué quieres niña – toma piropo

- Pues verá busco un libro, en cuanto lo vea y lo abra sabré rápidamente que es el mío.

La mujer arqueó un poco las cejas y vi que sus ojos eran preciosos, realmente no era tan mayor como yo pensé al principio. Me cogió de la mano y me dijo:

- Sígueme.

Me hizo subir a la primera planta que estaba a oscuras y encendió una pequeña luz que lo único que provocó fue un ambiente de penumbra y sombras repleta de más montañas de libros, dudé que allí pudiera encontrar el libro, aunque seguían retumbando en mis oídos las palabras de la mujer – tienes claro lo que quieres…

Sorprendida por la seguridad de búsqueda, cogió un libro grueso, con una simple encuadernación en color verde oscuro y me lo acercó, no tenía título, ni autor, - toma éste es. No puedo negar que estas situaciones no me molan mucho, me descolocan y con este ambiente algo fantasmagórico las piernas temblaban a su bola, cogí el libro y al ir a abrirlo puso su mano sobre las tapas para impedírmelo. – No, ahora no, eso a solas que para eso es especial y no puede leerse de cualquier manera.

Con el corazón saliéndome por la boca y las manos sudorosas, volvimos a la mesa mostrador y me envolvió el libro con papel de periódico, todo hacía conjunto. Lo dispuso en mis manos y me dijo:

- Bien, ahora  ya lo tienes, sólo falta que tu lo acabes – me dijo

- ¿Cómo dice? – le respondí aturdida

- Las primeras líneas ya las tienes, ahora debes sumergirte y acábalo - me atropelló.

- No la entiendo, ¿se refiere a que yo lo escriba? – le pregunté

- ¿No era eso lo que buscabas? -  insistió

- Pero…, si, algo escribo, pero un libro de principio a fin no se si soy capaz de hacerlo. Y además yo buscaba un libro para leerlo – contesté

- Buscabas “Tu libro”, no cualquier libro y ahí lo tienes.

Sin dejar que se lo abonara unos minutos más tardes me perdí entre la niebla de Londres, entré en mi apartamento y soltando la chaqueta de cualquier manera, entré en la cocina y sentada en la mesa abrí el libro, así empezaba…


¡No, no puede ser!

Otra vez llego tarde. Mario me va a matar.

Mario es mi mejor amigo, le conozco desde que empezamos la escuela primaria. Vivía a dos calles de mi casa y desde que empezamos a ir solos al cole, no nos hemos separado.

Ha aguantado todos mis amores y desamores de adolescencia, ha hecho de kleenex. Sólo le faltaba limpiarme los mocos. No le gustaban los chicos de los que me enamoraba o con los que me enrollaba y ahí estaba sermoneándome, entre uno y otro.


Alucinando y pálida pequé un grito, esas son las primeras frases que escribí cuando hace unos años me propuse escribir un libro…