el economista.es
Tengo dos hijos celíacos, jope que fea es la palabra o sea que me gasto una pasta cada mes para comprar, pan, pasta, galletas, harina y derivados, y encima ahora van a subir el IVA, mecagüen.
Te crees que nunca puede ser peor incluso puedes llegar a pensar que ya lo tienes todo controlado y toma, te invitan a una comunión o una boda o te apuntas a una cena de tu club preferido, pues mejor no me pongo tacones porque fijo que me la pegaré con la puñetera realidad.
Así qué mejor manera de explicarlo que escribiendo una situación cualquiera, me la invento, voy a gritar de la forma que mejor me se expresar:
Un sábado cualquiera, bodas de plata, o de oro, o de… nada que les felicito, ja ja ja, yo siempre aviso, a la que confirmo nuestra asistencia, que recuerden que mis hijos son celíacos. – Ningún problema Ana ya lo hemos comentado y como hay otra persona intolerante a la lactosa les encajarán el menú para ellos. – me responde mi tía. – Uy qué bien esta vez voy sin Tupper!!!
Oído cocina tres menús especiales, apagado o fuera de cobertura en este momento.
Llega la hora de la comida:
Doy un vistazo al menú del evento y… pues fijo que no comeréis lo mismo que el resto, me juego el cuello y no lo pierdo…
Mi tía se acerca y me comenta, - cariño no te preocupes que se lo he recordado infinidad de veces, está todo controlado, si es que es un cielo la mujer.
MENU
Croquetas de pollo (meeeec, error)
Calamares a la romana (meeeec, error)
Ensalada de queso de cabra con picatostes (toooma harina)
Canapés (de pan fijo)
Salmorejo (qué fácil es mantener la operación biquini)
Carne al horno (a vuestro gusto, me lo estoy inventando)
Pastel (mmm mis dudas…)
Vino, cava y refrescos (si solo hay esto hoy cogen una turca)
... nos sentamos a la mesa, preguntan por los raritos y ¡la primera en la frente! (a mi claro, por hablar) les plantan dos barras de pan sin gluten, se me va la fuerza por la boca.
- las cosas están cambiando – digo yo
Angel prueba el pan y ya hay tema de si es comestible o no. Este es de lo mejorcito que hay, otros son puro serrín puaff!! – comenta mi hija Mar.
Empieza el desfile, platos y platos ¡Una de croquetas, una de picatostes y una de calamares! Y luego, canapé 1, canapé 2 y canapé 3… cuánta comida. A mis crías humanas que tienen menú especial seguro que se lo pondrán después.
- Paciencia., pienso yo.
Los minutos pasan, los invitados comen y comentan y yo miro y ellos esperan. Pasan más minutos y los platos se van vaciando, ellos siguen esperando y la de la lactosa también.
Llamo al camarero y le recuerdo que hay dos personas a las que no les han servido los platos, me ha fulminado con la mirada, pero si se lo he dicho con la mejor de mis sonrisas, espera que saque el Bulldog que llevo dentro.
Mi hermano me comenta - No me extraña que los celiacos se cabreen a la que salen de casa.
Toma debate, pero es que siempre pasa algo...
Se acerca el camarero (el resto ya ha acabado de comer, llevamos más de media hora y aún queda comida en la mesa, no por falta de hambre sino por la gran cantidad que han puesto) Corriendo les ponen unas verduras a la plancha, a Mar y a Lucas ya les gustan las verduras, pero el peque ha arrugado el morro aunque no lo duda y le mete el tenedor inmediatamente; si es que acompañado con hambre... a la de la lactosa le ponen los embutidos, ¡cómo no! tienen que retirar los embutidos y volver, después de esperar un buen rato otra de verduras para ella.
Mi tía ya se está poniendo de color morado, - no padezcas, aunque no logramos acostumbrarnos, esto pasa habitualmente.
El resto ya comemos el segundo. A los míos les plantan ¡¡carne rebozada!! ¡¡con dos cojones!! (perdón). Escoba en mano me levanto, le digo que hay un error al camarero, que ellos no puede comer eso y el camarero me dice que no pueden hacer la carne a la plancha. Ja, ja, ja me mondo a la de la lactosa la carne le ha caído con salsa (no apta) manda huevos.
Mi tía se levanta y venga otra con escoba intenta arreglar el tinglado.
Salmorejo. Ellos na de na y otra vez el camarero se acerca (fijo que está picao) y me dice que si les trae ya el segundo o esperan a los demás porque el Salmorejo no pueden. Grrrrr ya sé que no puedo gruñe Mar y deciden esperar a los demás. Toma puré de verduras para substituir, Lucas se está poniendo de color verde y no es por las verduras, está gracioso ja ja.
Carne al horno con no sé qué verduras (no los voy a engordar ni a tiros). Con la excusa de que lo han hecho de otra forma, el suyo está recalentado y frío.
¡¡¡Bien!!! Llega la tarta, el camarero (grrrr) me informa que no pueden comer la tarta (gracias majo) y que si quiero otra cosa. ¿Qué hay?, pregunto. Fruta, responde él. ¿Sólo fruta?, pregunta Mar. - Sólo - responde él (¡¡la madre que lo matriculó!!). Pues no queremos postre, mamá – ¿Hay helado? – pregunta Lucas, el camarero suspira y se va.
Unos segundos después, un trozo de mousse en sus platos, con ¡bizcocho por debajo! ¡ARRGGGG! ¡Noooooo! No me fío ni un pelo y no pienso preguntar ni investigar, retiro los platos.
Coletilla final, no dejaremos de compartir comidas, meriendas o cenas fuera de casa, me da igual que un camarero me conteste al informar que mis hijos no pueden consumir gluten, que – no, no, si leche no ponemos! – la leche, la leche, la mala leche que a mi se me pone al oírlo. Mi tía ficticia no falló clarísimo que no, el restaurante (no te comprometas e infórmate debidamente)
Y que sepáis que he escrito esto porque sólo faltó la noticia del SUBIDÓN DEL IVA, también para los productos sin gluten, raritos ellos y más pobres nosotros, será que me quieren arruinar para no dar más problemas en un restaurante, JA JA Y MÁS JA.