Se acaba el año y parece que todos debemos hacer balance del que se
acaba y hacer una lista de propósitos para el que llega. Yo simplemente voy a
dar las gracias, sí, las gracias no sólo al año sino a
todos aquellos que habéis compartido pequeñas cosas conmigo: guiño, abrazo,
beso, lágrima… pequeños instantes que he disfrutado junto a vosotros. Soplos de
tiempo que no voy a olvidar, me quedo con es
FELIZ AÑO 2014
Así que prepararos porque esta noche toca de nuevo embadurnarse de
nervios, ja ja ja, el estrés empieza ya
con la cena, parece una carrera de fórmula 1, la ropa interior de color rojo,
algo de oro en la copa de cava, las doce uvas peladas, sin semillas y a punto.
Ala, a contarlas tres o cuatro veces porque si me descuento el 2014 se va a
tomar viento!!!
¡Leches, las doce menos
veinte! Y yo: ¿Queréis venir, que se enfrían las
gambas? Que esa es otra: te
tienes que comer todo lo que está en la
mesa... ¡antes
de las doce!; que, con las prisas, más que pelar gambas, parece
que estás
desactivando una bomba. ¡Mecagüen, las doce menos diez! ¡Mamá, no me da
tiempo:
hazme un bocadillo con el rustido, que en la 1 ya están la Obregón y Ramón
García con las uvas en la mano! Y, claro está, no eres el único que está
agobiado, ellos están acojonaillos explicando cómo
funcionarán las campanadas,
cuando la aguja pequeña
esté en las doce y la grande también, serán las doce en
punto. ¡Lerdos!, como todas
las noches! Y entonces bajará la bola y sonarán
cuatro cuartos, ¡no
empiecen a comerse las uvas, ¿eh? Vamos a ver: ¿por qué nos
explican
millones de veces que no nos comamos las uvas en los cuartos y no nos
explican por
qué narices baja una bola? ¿Pero bueno, qué reloj es ése? ¡¡Las,
doce, las doce!! Clic, clic, clic, veeenga que baja la booola ¡!!
Ding-dong... ¡Ah no, que
son los cuartos!
Ding...
¡Escupe que son los cuartos!
Dong… Ffbrbrbb... ¿qué fon
qué?
Ding...
Los cuartos tarugo...
BONG...
¡Ahora, ahora!
BONG...
¡Una! ¡Que no,
que no que vamos por la segunda!
BONG, Ala pues a pares...
BONG...
Seis...
¿Enggg,
cómo que seis?
BONG...
¡jeje, me ahogo, ffbbfbff! , ¿eh?
BONG...
¡Eh!, ¡que
esas son las mías!
BONG...
¡Arrrg la última se me ha caído al suelo!
BONG...
Bgrfds...
BONG...
Bggggdffffff...
BONG...
A
mí ya no me quedan...
BONG...
Bgggggdffffff....
¡Pues a mí me sobran tres, toma!
BONG...
Bfgggggggg,
grounfffffff...
Y cuando acaban, veeenga
todos con la boca llena, a darse
besos: Feliz año, felicidades, grfdddfd... Y
suena el teléfono:
¡riiiiiiiiiing! ¡Pero bueno! ¿Ya están llamando? ¿No se
pueden esperar? Pues
a mí todavía me sobran dos... ¡Cava, que alguien traiga el
cava!
Pero, bueno, ¿a vosotros os
parece lógico empezar el año así? ¡Qué estrés,
de verdad! Pero como es
Nochevieja... tienes la obligación de divertirte.
Así que después te vas a
una disco, local o donde quiera que quepan mil
personas y donde el dueño, fijo ha
decidido meter dos mil doscientas. ¡Toma plan lata de sardinas!
Mil doscientas
más de las que caben! Pero claro con el frío que hace a ver quién es el guapo
que se queda en la calle. Así que entras. Lo bueno que tiene
ir a un sitio así
es que te puede pasar
cualquier cosa. A mí el año pasado me ocurrió de todo. Yo
estaba tan
tranquila, tomándome gin tónic de garrafa, cuando de pronto un tío
me
pilla por detrás y me suelta: ¡¡¡¡¡COOOOOOOOONGAAAAA!!!!! Mierda y, claro, ¿qué vas a
hacer?, pues levantas la pierna y a saltar... ¡Eso te lo hace un tío
en el metro y le
partes la cara! ¡Pero como es
Nochevieja... ¡Pues ala! Y de
repente te das la vuelta y llevas cincuenta
personas enganchadas a ti. ¡A ver
como te escabulles de ésta! Porque una
conga es como una secta: entrar es muy
fácil pero salir es muy jodido.
Porque en el garito hay como diez congas saltando
a toda pastilla... Bueno,
pues iba yo conduciendo mi conga... por mi derecha,
cuando, de pronto, me
veo venir en dirección contraria una conga suicida
conducida por un tipo dos por dos bajo una peluca de travesti, y como luces no
podía hacerle, para evitar el choque frontal,
doy un volantazo brusco a la
derecha... ¡Y me tragué entera una columna gótica! ¡Siniestro total! Tres
estirados en el suelo y el resto partiéndose.
Me voy a urgencias y miro hacia atrás y
algunos todavía no se habían desenganchado; habían venido corriendo
detrás mío.
Bueno, las urgencias en Nochevieja, hay
que vivirlas. Si, en la sala caben
cincuenta personas, el dueño ha metido a
ciento cincuenta... Como el de la
discoteca. Y como allí también es
Nochevieja, el camillero lleva un gorrito de papa
Noel, la enfermera un collar de
flores y el que te cose la ceja una máscara de
Frankestein, ¡eso da
una confianza...! Y no te suelta el tío: ¿Qué ha sido?
¿una moto? No, no una conga, si es que van como locos.