NOTAS

Cosecha propia. Andando por ahí, recojo una a una sonrisas que voy encontrando en mi paseo. Algunas llevan un abrazo con lazo zapatero al cuello y me envuelven con historias que se cuelan en mi cerebro y me reconfortan. Sonrisas que llegan de cualquier lugar, incluso en pobres brisas marinas, sonrisas cómplices y muy valiosas. Miro mi bolsillo y está lleno de ellas y las noto, qué gran cosecha, será una buena siembra? O será que tengo los mejores amigos del universo????

viernes, 31 de mayo de 2013

PASSENGER - LET HER GO




El otro día escuchaba a alguien hablar de la magia, la magia que invadía el espacio cuando alguien, a quien él había amado mucho estaba cerca, y ahora su pérdida lo atormentaba… La música tiene también esa capacidad, la de llenar, la de irrumpir y entrar en tu vida un día, en una situación concreta y ahí se queda, decorando ese momento. Cuando vuelva el recuerdo a tu mente irá acompañado de esa melodía…

Let Her Go de Passenger me ha acompañado estos últimos días y ahí se ha quedado, no ha pasado sin más, sino que su olor se ha quedado suspendido en un momento, en un instante…

Cómo me recuerda Mike Rosemberg a la voz del pelirrojo Brett Dennen, a David Gray. Sam Beam o Glenn Hansard…

Escucharla con una reconfortante taza de café, acurrucados en un ladito del sofá, cerrar los ojos y dejaros llevar…

Vivid la vida, porque al fin y al cabo ¿no es un regalo el vivir?, y no lo olvidéis es un regalo que dura muy muy poco, así que no dejéis de cumplir vuestros deseos…

Hoy os dejo la traducción:

LET HER GO (PASSENGER) “DEJARLA IR"

Bien, sólo necesitas la luz cuando se está consumiendo,
sólo echas de menos el sol cuando empieza a nevar,
sólo sabes que la quieres, cuando la dejas marchar,
sólo sabes que has estado bien *  (*alto, en buena racha)
cuanto te sientes de bajón.
Sólo odias la carretera,
cuando echas de menos tu casa.
sólo sabes que la quieres, cuando la dejas marchar,
la dejas marchar.
Mirando fijamente el fondo de tu vaso
esperando el día que hagas durar un sueño,
pero los sueños llegan despacio y se van rápido.
La ves cuando cierras los ojos,
tal vez un día entenderás porque,
todo lo que tocas, de seguro se muere.
Bien, sólo necesitas la luz cuando se está consumiendo,
sólo echas de menos el sol cuando empieza a nevar,
sólo sabes que la quieres, cuando la dejas marchar,
sólo sabes que has estado bien,
cuando te sientes de bajón.
Sólo odias la carretera,
cuando echas de menos tu casa,
sólo sabes que la quieres, cuando la dejas marchar.
Mirando fijamente del techo en la oscuridad,
el mismo sentimiento viejo y vacío en tu corazón,
porque el amor viene despacio, y se va tan rápido.
Bien, la ves cuando te quedas dormido,
pero nunca para acariciar, nunca para quedarse,
porque la quisiste demasiado
y te zambulliste demasiado profundo.
Bien, sólo necesitas la luz cuando se está consumiendo,
sólo echas de menos el sol cuando empieza a nevar,
sólo sabes que has estado bien,
cuando te sientes de bajón.
Sólo odias la carretera,
cuando echas de menos tu casa,
sólo sabes que la quieres, cuando la dejas marchar,
la dejas marchar, la dejas marchar.......

jueves, 16 de mayo de 2013

LICENCIADA EN MARKETING Y MÁSTER EN PROGRAMACIÓN


En mi perfil podría haber puesto: mujer, taitantos, ah no, cuaitantos, pero pocos, je je, trabajadora dentro y fuera de casa, pluriempleada a tiempo completo, soñadora, idealista, teatrera, numerera… un rato, de risa fácil también, y ... mil cosillas más, pues eso, una mujer de hoy día, que ya es mucho, no creáis, si resulta que hasta hay quien se pregunta como es posible esto (lo de ser mujer hoy día y no morir en el intento), en fin, sin duda difícil, pero ¡que carajo, maravilloso también! A lo que iba, que siempre me enrollo como una persiana, hoy día puede ser que lo de trabajar fuera sea tarea harto difícil, te echan y ala maja, que bien, muy bien, pero que te vayas a casa que reducimos plantilla… y tu con cara de lerda, aunque ya lo veías venir y piensas y ahora ¿qué? Pues nada que a lo mejor es una señal para que te pongas las pilas y hagas por fin esas cosas que ibas posponiendo por falta de tiempo. No voy a negar que aún no me han dado la noticia, pero está al caer así que ya voy con mi libretita y haciendo listas (no de la compra), que me encantan para ir releyendo y programando un poquito mi nuevo futuro. Con todo esto os paso unas líneas que vienen a cuento…


LICENCIADA EN MARKETING Y MÁSTER EN PROGRAMACIÓN


Las 6:10 h y suena el despertador, cada día me levanto a esa hora, aún están encendidas algunas farolas en la calle, lo primero que hago es acercarme al balcón frente al puerto y observo qué día va a hacer, a esa hora ya empiezo a trajinar en la cocina preparándome el primer café del día. Seguidamente la ducha, sombra de ojos marrón chocolate, un poco de rimel y un ligero brillo en los labios, medias, vestido, tacones, pendientes grandes y vistosos comprados en el mercadillo del domingo, fular a juego y un toque generoso de Quizás, Quizás... me encanta este perfume que siento que ha sido creado para mi, que al contacto con mis vestidos, mis camisas y mis fulares los hago únicos, míos, impregnados de mí misma. Intercalado a mi paso por chapa y pintura, niños, mochilas, desayunos y algo de orden…

Así, mientras va amaneciendo despacio, cojo el bolso y salgo de casa, con el pelo aún un poco húmedo, suelto, para que sea el aire quien lo acabe de secar a su antojo, en desorden, con rebeldía, sintiendo sensual ese jugueteo de algún mechón, el aire y mi cuello.

Llego a la ciudad a esas horas es casi perfecta, aún despertándose, aún a media persiana, envolvente, insinuante, y yo, que me dejo querer mientras voy andando, con una pizca de salero, y con las calles aún no inundadas de tráfico y mágicamente vacías, mis pies repiten mecánicamente el mismo trayecto de los últimos días, prensa y lápiz en mano a buscar trabajo que requiere constancia.

Compro el periódico en el quiosco de siempre y me siento a tomar el segundo café del día. Rosa me ve llegar y sentarme en el ventanal de la terraza y me acerca la dosis. Yo ávida, impaciente e ilusionada con lápiz en ristre, empiezo a leer las ofertas de trabajo, esperando que sea hoy el día en que publiquen mi anuncio, el me saque de esta nueva rutina, el desempleo y, a sorbitos con mi café, paso una a una las páginas, de pronto, me llama la atención un anuncio:


SE BUSCA PERSONA LICENCIADA EN MARKETING Y MÁSTER EN PROGRAMACIÓN

- Idiomas: chino mandarín, inglés, francés y alemán
- Informática: programación Ruby, Lisp, JavaScript y Python
- Finanzas: cálculo y economía financiera.
- Se valorarán conocimientos en física cuántica y energía nuclear
- Carnet: A, B, C. D, E y F, el G no hace falta.

para vender: BOLÍGRAFOS DE CUATRO COLORES

Interesados enviar curriculum vitae a www.paquehasestudiadotantolerdo.com
Buena retribución y posibilidad de promoción laboral si echan al jefe.


Por un segundo estoy tentada en contestar, pinta bien, pero en definitiva, decido ser fiel a mi corazón y seguir buscando mi ansiada oferta laboral, ese anuncio, un anuncio de vendedora de historias. Paso una tras otra las hojas hasta acabar el periódico, mientras, la luz ya arremete insolente sobre mi cabeza y empiezo a tener calor. La calle ya se ha llenado, y las mesas del bar ya están llenas de jubilados. Dejo el periódico sobre la mesa y apoyo mi espalda en el asiento, quizás debes emprenderlo tu sola, sin horarios establecidos ni rígidas pautas a seguir, ahora tengo la posibilidad de escribir, de por fin dedicarme más tiempo a ello, aunque deba ajustarme algo más el cinturón, abro mi libreta y tras mis listas retomo la historia que empecé no hace mucho…

viernes, 3 de mayo de 2013

EL EMBRUJO DE LOS COLORES





Anochece en París, la gente corre a esconderse de la opacidad nocturna buscando el resguardo de sus hogares, van achicados, encogidos por el frío, frotándose las manos y acercándoselas a la cara buscando el calor interior del aliento.

Montmartre, cuna de los artistas que surgen de entre los portales buscando componer la melodía más intensa, improvisándole nuevos colores al mundo o escribiendo emocionantes textos en los que reflejar los días y las noches de su tiempo. Es el barrio donde se mezclan beatas y pintarrajeadas prostitutas, si te dejas llevar y callejeas, las ideas campan a sus anchas esperando ser apresadas.

París cada noche se reinventa inmersa en su mejor momento artístico, la realidad de los sueños diurnos encienden las luces de Pigalle a los pies de la colina, siempre a punto de echar a volar con las inmensas aspas del Moulin Rouge con las ilusiones que cobran vidas en forma de cabarets, óperas y teatros…

Empieza a envolver el barrio una densa niebla y al final del callejón se adivina una silueta femenina que corre a la puerta trasera del Moulin, alta y delgada va enfundada en un abrigo de piel falsa hasta los pies. Golpea secamente la puerta y alguien abre desde dentro, la entrada más lúgubre y con menos glamour es la que recibe cada noche a las estrellas, esas que iluminarán más tarde la cara de los espectadores, la ilusión del Moulin Rouge, la ilusión vestida de marabúes rojos, cancanes, plumas de colores y medias de rejilla, la ilusión maquillada de falsas lentejuelas sobre tacones de vértigo. La ilusión disfrazada de prestado acaba de llegar al Moulin Rouge, con la intención de iluminar los corazones y el alma de quien se deje seducir por sus encantos, al otro lado de la puerta donde el mundo cambia de color.

Se oyen risas y cuchicheos sobre un sofá color Burdeos, tres mujeres que estallan en carcajadas y son acalladas por una voz de mando, comentan como ha ido la semana, la que parece mayor se repasa los labios rojo carmín, se despiertan a la segunda voz -¡¡cinco minutos y a escena!! chocan entre ellas y se ayudan con el vestuario, se miran al espejo y empiezan los primeros acordes al piano. Tos, voces y carraspeos, y a escena bajo los estragos de los malos hábitos, la noche pasa factura, afonía, ojeras… el piano sigue sonando.

Ya se oyen algunas voces asiduas al local, el murmullo de la entrada va subiendo de volumen hasta convertirse en la entrada de las estrellas.

Lola sigue en su minúsculo camerino, mal ventilado donde siempre huele a húmedo, ya se ha quitado su roñoso abrigo largo y con dedos ágiles trata de asegurarse el recogido, mientras entrena sus músculos faciales con extrañas muecas frente al espejo. Se enfunda unos largos guantes de raso negro hasta más allá de sus codos. Siempre se había sentido insignificante y ahora desde hace unas semanas se siente importante, sus ojos brillan con luz propia, su cuerpo y sus bailes han cautivado al público, sus delirantes movimientos la han hecho famosa, las fachadas de Montmartre y Pigalle están tapizadas de carteles animando a pasar la velada bajo su embrujo. Pero muy al contrario de lo que ella pensaba esta fama ha provocado que aún se sienta más sola, los celos entre bambalinas son penetrantes y arañan con uñas de esmalte carmesí. Lola ya no es sólo una bailarina del Moulin, ahora es una obra más.   


Una obra más de Lautrec el artista de la “belle Epoque”, el retratista que hace de lo sórdido algo bello y del mundo de la noche su “leit-motive”, el primer cartelista de la historia y que usa lo provocativo para hacer algo distinto. Ahora ella adorna las calles de París y lo es gracias a él, a Toulouse, plasmando sobre un lienzo su esencia y dándole vida.

Como cada noche él está ahí, ese hombre minúsculo, acomodado en la misma silla de siempre, donde poder observar sin ser visto. Él las ha convertido en estrellas de cabaret, son sus bailarinas y cada noche toma notas de sus movimientos y acumula cientos de bocetos y esbozos.

Ahora el piano suena con más fuerza, mientras Lola se abre paso por el centro, los focos reflejan los rasos y las lentejuelas. Sus largas piernas se estiran en movimientos imposibles y sus giros embriagan hasta el aire del local. Algunos la animan y la acompañan con sus voces, la temperatura del local va subiendo inexorablemente, alcohol, música y baile cobran vida y el pintor observa cada detalle, olvidándose por un momento de aquél cuerpo, ese maravilloso cuerpo que hace que la sangre le bombee con fuerza en sus sienes, ese amor que le sale a borbotones por cada poro de su piel. Esta noche quiere acompañar a Lola a casa, sólo con su compañía le vale, después en su estudio le dará unas pinceladas y recuperará el encanto de la noche, o puede que decida beberse el mundo, que cuando la vida no es del color que uno quiere es mejor verla borrosa.

(soñado y escrito a solas, bajo el embrujo de la música.. cuando terminó de sonar el último acorde y dejé de escribir miré mis manos y sonreí al percatarme que estaban enfundadas en unos largos guantes negros..)