Consejo:
escuchar esta canción mítica del cine, premiada en los Oscar de la película , Desayuno
con diamantes, mientras leéis el escrito de hoy, creo que le va de perlas, je je je. Moon river con la cálida
voz de Audrey Hepburn, en ese fragmento de la película. No se si queda alguien
por versionarla pero hoy me quedo con Audrey, que me disculpe Andy Williams que
fue el que la llevó a la fama y la interpretaba fantásticamente bien.
VIVIR A COMPAS O CRISIS DE ESCRITOR
Como me gusta Barcelona. Muchas veces pienso, como cuando mi
madre me decía “dónde vas tan pronto que aún no han puesto las calles” que hay
alguien encargado en pulsar un botoncito que enciende cada mañana la vida en
ella, para que todo se ponga en movimiento en el momento preciso.
Camiones, coches zumbando, camareros con aroma de café recién hecho, mangueras que quitan las legañas a las calles, persianas arriba con olor a pan y bollos, los más madrugadores pronto dejan sentir su soplo mañanero, quiosqueros y algunos zumbados por el jogging, son los primeros en cambiar las calles del blanco y negro al color.
Desde mi balcón tengo una maravillosa vista de la plaza. Ahora vacía y limpia. De momento sólo hay algunos peatones que la cruzan y rompen su equilibrio, me acerco a mi momento a 1,20 € de café matutino, las mesas me dejan espiar los movimientos de esos primeros transeúntes, saco de mi mochila mi libreta verde y un lápiz, hoy aunque ya ha empezado el otoño será un día cálido y soleado. Dejo que el primer rayito se enrede en las páginas en blanco…
Después de desayunar me dirijo a deambular por las calles donde se concentran las mejores librerías de la ciudad, entrar en ellas produce en mí un efecto relajante. Vagabundeo entre sus estanterías, siempre hay alguno que despierta mi curiosidad, hoy uno con un título corto y bajo el brazo lo pago y salgo otra vez a la calle, que ya se ha llenado de gente y decibelios a ritmo urbano eso adormece mis instintos naturales. Me extrapolo a ese compás cada vez más rápido y levanto la cabeza para ver el cielo azul de Barcelona.
Tras un par de horas, llego a mi rincón favorito de un bar
de barrio, lo encuentro vacío. Un camarero uniformado me sonríe al entrar y me
da a elegir mesa en la terraza, “la que hay junto a la ventana”, le pido, no
puede ser otra, es algo así como mi escondrijo. Desde ese lugar tengo acceso visual
a la calle, al resto de mesas, hoy me he levantado especialmente curiosa y eso
me ayuda a escribir. Le doy el primer sorbo a la cerveza y mis labios se mojan
de espuma, observo al camarero con detenimiento, debe rondar los cincuenta, delgado,
viste ropa sobria y zapatos gastados, pero destaca como siempre, esa amabilidad
perenne y no me cuesta inventarme una vida, le guiño un ojo y levanto mi jarra, “por
ti” pienso, abro mi mochila de nuevo y busco mi lápiz otra vez.
Estoy inventando una novela, una historia, la de alguien que sueña en ser pintor renacentista en un mundo rendido al diseño gráfico o mejor un escritor que de vez en cuando se queda mudo ante el ruido de vidas falsas, quiero ponerle rostro y lo fijo en mi cerebro para describirlo en palabras.
Una hora más tarde abandono el local que ya se ha llenado de gente y me escabullo rápidamente.. y guitarra en mano, me voy a donde empecé a confeccionar historias que debí haber vivido antes.
Canción como anillo al dedo!!!!, muy buen escrito Ana, la verdad es que te sientes identificado con las situaciones: quiosquero, barrendero, el café, como en nuestra vida, una mañana más de tantas mañanas, pero con una diferencia, al menos yo a la espera de ese rincón, lugar,etc, donde surgan las notas ó letras de la continuación de este escrito ó canción, depende del guionista.
ResponderEliminarMuaks. ITA
Al fin y al cabo la música es un poderoso recurso dramático para narrar. La plasticidad de su lenguaje, la versatilidad de sus recursos y la potencialidad expresiva de su interpretación hacen de ella, en muchas ocasiones, un componente esencial para narrar grandes historias. Gracias Ita
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